Pinturas prehistóricas, dólmenes neolíticos, puentes romanos, joyas visigodas, ermitas románicas, palacios árabes, castillos cristianos, catedrales góticas, palacios renacentistas, plazas neoclásicas... modernos museos.
Íberos del Sur, celtas del Norte, griegos del Este, cartagineses del Sudeste, romanos del Noreste, germanos del Norte, árabes del Sur y, después, luchas de los del Norte contra los del Sur y de los del Este contra los del Oeste.
Y la rueda de la historia que no se detiene: la crucial llegada al continente americano, los que van y vienen, los que vienen y van, las guerras y luchas con ingleses, turcos, franceses y, después, las luchas de unos contra otros y cuarenta años oscuros.
Finalmente, en el último cuarto de siglo del pasado milenio el paso de la dictadura militar a la democracia monárquica, de la opresión a la libertad, del atraso a la modernidad, del abandono y aislamiento de España y de los españoles a la plena integración en la vanguardia política mundial y en la Unión Europea desde 1986 y del retraso económico al desarrollo....
Cambios, transformaciones, innovaciones, la rueda que continúa avanzando ahora a un paso mucho más rápido.
Esta rueda, que ha dado tantas vueltas y que ha traído acontecimientos históricos tan diversos, ha hecho que España hoy sea fruto de múltiples y variadas herencias que podemos ver en los monumentos de sus pueblos y ciudades y en las diferentes lenguas que se hablan y en sus mutuas influencias.
En suma, España es una tierra de contrastes que pretende integrar armoniosamente la diversidad heredada del pasado en la unidad de un país moderno, democrático y europeo que quiere hacer de puente entre continentes mirando sobre todo a la Europa de donde salimos y a la América a la que fuimos.